Un estudio asegura que las y los jóvenes aún tienen más miedo al acoso físico que al cibernético, aunque los episodios mixtos son los que más preocupan a profesionales, ya que son más propensos y tienen una mayor gravedad.
Un estudio llevado a cabo por la Universidad de New Hampshire, en Estados Unidos, desveló que la juventud aún teme más la intimidación ‘cara a cara’ que el acoso producido a través de Internet. Las y los adolescentes aseguran ser plenamente conscientes de hasta qué punto es pública la información divulgada en las redes sociales y califican el ciberbullying como menos preocupante porque es más probable que sea de corta duración y no implique desequilibrios de poder significativos.
La base de la investigación son entrevistas telefónicas realizadas entre 791 jóvenes del país, de 10 a 20 años (49% hombres). De éstos, el 54% mostró su mayor preocupación por el bullying tradicional, mientras que sólo el 15% valoró el ciberbullying como más perjudicial.
Según el estudio, el motivo de temer más el acoso cara a cara es que es más doloroso, al menos en cuanto al físico se refiere. Sin embargo el 31% de participantes sí que destacan el aumento de los episodios mixtos, es decir, aquellos acosos que se producen tanto en persona como en la red.
“Los episodios mixtos, los que se producen tanto en persona como a través de elementos tecnológicos, son más propensos que los que emplean sólo la tecnología a involucrar a los autores que sabían cosas embarazosas sobre la víctima, se producen en diversas ocasiones, duran un mes o más, implican daño físico y comienzan como broma antes de convertirse en algo más grave. Son estos episodios mixtos los que parecen ser los más angustiantes para los jóvenes”, destacó Kimberly J. Mitchell, del Centro de Investigación Infantil contra Crímenes de la Universidad de New Hampshire.
Una tendencia, la del acoso mixto, al alza y cuyo aumento preocupa sobremanera debido a que aumentan la duración, el des del acoso y las lesiones, mientras que facilita la participación de múltiples autores, por lo que la víctima sufre un mayor daño.
Su alta prevalencia, la gravedad de sus consecuencias y las dificultades para la prevención e intervención han hecho del ciberbullying el principal azote digital de niños, niñas y adolescentes. La inmediatez, facilidad y disponibilidad para causar daño, la potencia de Internet, la dificultad de desarrollar la empatía en el entorno digital… son algunos de los factores que hacen que el ciberacoso entre iguales se haya convertido en el problema más relevante que afecta a la infancia y la adolescencia online.